Ante las situaciones conflictivas, las crisis de pareja es una de ellas, casi todos tendemos a buscar a quien endilgar la responsabilidad de lo sucedido, o sea, echarle la culpa.
El modo comun es a través de reproches, con las características que estos adquieran, o sea, y solo para mencionar algunos, podriamos resumirlos en victimizantes "yo no me merecía que vos me hagas...", culpógenos "yo que hice esto por vos y ahora...", amenazantes "ahora atenete a las consecuencias", egocentricos "por qué a mi", evasivos "cortemos, esto va a ser más de lo mismo, agresivos "sos una mala persona" o angustiosos "sniff, sniff... no puedo soportarlo..."
Esa búsqueda, con argumentos verídicos o falsos, convincentes o fantásticos, no tiene otro objetivo que reconocer la inocencia del argumentador...
Surgiendo inevitablemente la inquietud sobre si siempre existen culpables e inocentes en las cuestiones de la vida, y si en tal caso fuera afirmativo el interrogante, de qué situación cuasi delictiva nos estaríamos refiriendo, para arribar a semejantes conclusiones.
A su vez, cada argumentación de referencia, tiene el objetivo consciente o inconsciente de buscar aliados, aliados que por supuesto, confirmen la "responsabilidad" del otro, y que eleve el propio "buen nombre".
Advertimos en todos estos mecanismos, resabios iresueltos de conflictos latentes, desencadenados por el malestar, remiten seguramente a épocas pasadas, conjugandose inseguridades, baja auto estima, angustias y carencias, en resumidas cuentas, aspectos inmaduros de la personalidad.
Si bien, tiene sus dificultades, tal vez, cada crisis sea una buena oportunidad para pensar, reflexionar y repartir los tantos mas equitativamente, para y por fin, cargo de nosotros mismos.
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lunes, 31 de mayo de 2010
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